La prestación de un servicio es altamente variable, no siempre es igual. El principal riesgo derivado de esta característica es la posible irregularidad en la calidad del servicio ofrecido, por lo que se requieren mecanismos de control muy estrictos que permitan estandarizarlo en la medida de lo posible.
Algunos de ellos tienen que ver con invertir en una adecuada selección y capacitación de personal, estandarizar el proceso de calidad del servicio, evaluar la satisfacción del consumidor por medio de sistemas de quejas y las encuestas de compra, en forma tal que se pueda detectar un mal servicio y pueda ser corregido. Por otro lado, debido a que el cliente está presente cuando el servicio es producido, se vuelve esencial cuidar su relación.
Dadas las características antes mencionadas, es casi imposible homogeneizar un servicio; cada actividad es única, pues su resultado depende de una gran combinación de circunstancias y actores.
La diversidad en sí no es un aspecto negativo de los servicios, dado que los clientes buscan un trato personal y específico a sus necesidades; sin embargo, genera problemas y puede ser muy costosa para la empresa. Por ello, un primer elemento para enfrentar adecuadamente la diversidad es preparar al personal para resolver todas las posibilidades de servicio que se presenten. Otra manera es estandarizando algunas partes de los servicios, individualizando sólo aquello que realmente lo merece.